Crónicas de Waterloo , denuncia , discriminación , libertades , noticias , sociedad , violencia Sábado, 22 abril 2017

Esta es la diferencia entre Estados Unidos y Perú cuando un racista ataca en un lugar público

Marco Avilés

Periodista. Cholo. Inmigrante. Todo lo que hace se puede ver aquí: www.marcoaviles.com Su blog Crónicas de Waterloo es una propuesta para leer y reflexionar sobre periodismo en el inodoro. @marcoavilesh

Una mujer blanca que hacía cola en la caja de una tienda de ropa le gritó a la que iba adelante, que era marrón:

«Regrésate a donde mierda sea que perteneces».

Ocurrió en Estados Unidos. La mujer marrón no contestó. Nadie en la tienda intervino, ni siquiera el cajero. La mujer blanca estaba enfurecida.

«Así es como los veo: ustedes no son nadie. Ustedes vienen de otro país y eso los convierte en nadie».

La mujer marrón no tenía una etiqueta en la frente o en la espalda que dijera que era inmigrante, latina, asiática. Bien podía ser de Estados Unidos, como tantas personas de color que nacen en este país. La mujer blanca le había leído la piel y reaccionó conforme al prejuicio (esa cárcel donde te pudres sin saberlo):

marrón = inferior, marrón = forastero.

Y de inmediato estableció la línea divisoria: Yo soy de acá. Tú no. Yo soy blanca. Tú no.

El video se volvió viral, por supuesto. Y la tienda JC Penney de Kentucky, donde ocurrió, se disculpó en público con los clientes y en privado con la cliente maltratada. El centro comercial donde aquel JC Penney estaba fue incluso más allá: el mismo día en que el video se publicó anunció que iba a identificar a la agresora y le prohibiría el ingreso de por vida al local.

eeuu

Ahora vayamos al Perú, a su ciudad emblema, Lima, siempre tan lejos y tan cerca del primer mundo.
Una mujer blanca que esperaba su turno en una agencia bancaria se enfadó con una niña marrón, buscó a la madre y, según la persona que registró el video, le dijo:

«Recoge a tu mosca».

Recoge a tu mosca. La metáfora es simple. Niña marrón = Mosca.

El video comienza cuando la mujer blanca establece la línea divisoria, el trazo geográfico que, en su mentalidad, separa a los blancos de los cholos:

A otro lado —grita—. La Parada a otro lado.

Se refiere al gran mercado de la ciudad, anclado en un barrio de cholos, de donde estos no deben salir jamás. Por eso el enfado.

—¿Qué cosa? —reacciona la mujer marrón cargando a su bebé marrón—. ¿Qué le pasa, señora?

Entonces la mujer blanca, alentada por sus demonios de clase, se levanta con actitud de señora que va a agarrar a lapos a una india atrevida. Un guachimán providencial intenta decir algo. Su presencia tímida parece desalentar a la mujer blanca. Esta vuelve a su sitio.

—Estúpida de mierda —grita desde allí—. No soy manca, así que ten cuidado.

Nadie en el local hace nada. Esa inacción general, ese ahuevamiento del guachimán y de los empleados de la tienda ante la blanca gritona, dice algo. Dice que el Perú, como sociedad, no está preparado todavía para reaccionar ante este tipo de violencia racial.

El blanco gritón, energúmeno, intimida. Muchas veces ni siquiera tiene que alzar la voz para plantear su privilegio en este juego. Por ejemplo, cuando el cholo prefiere no entrar a esa cafetería de historia rancia, por si acaso, no vaya a ser que lo miren mal. O cuando el cholo ve de lejos esos condominios amurallados en las playas, y sabe lo que esas paredes significan.

Las reglas las conocemos bien todos, cholos o no, aunque nos hagamos los tontitos. Las personas de color sabemos cómo movernos en este juego hipocritón.

  • Algunos nos quedamos en nuestra «Parada», bien seguros.
  • A otros cholos nos vale madre cómo nos miren e igual entramos donde ciertos blancos preferirían que no.

El problema aflora cuando ese blanco no se puede quedar callado. Cuando la mierda que le han dado de comer en casa se le va a la garganta y vomita lo que acabamos de escuchar.

El Perú de este video se parece bastante a los Estados Unidos de aquel otro video. En Estados Unidos los blancos son mayoría. En el Perú, no. Pero esto no importa. El poder no siempre depende de la demografía.

aqui

El video peruano circula en la red desde el 20 de abril, hace un par de días. Muchas personas, en solidaridad con la afectada, preguntan quién es la agresora. Quieren identificarla. Está bien. Ojalá haya suerte.

Pero también tenemos que exigirles un poco de civismo a los otros actores que permanecen anónimos: ¿Cuál es el banco? ¿Cuál es el centro comercial? Identifíquense, pues. Hagan algo por su propia reputación ahora que están a tiempo.

Los cholos consumidores queremos tener la seguridad de que en adelante no volverá a pasar nada parecido en sus locales. Y si acaso ocurriera, queremos saber que ustedes estarán mejor preparados para reaccionar como se debe.

Esa gente es peligrosa y no merece andar suelta.

¿Se dan cuenta, además, que hay una niña violentada de por medio?

¿Qué parte de ‘No soy tu cholo’ no entienden?

[Actualización]

Dejo constancia de que a las 10.47 am, hora de Maine (9.47 am hora de Lima) le pregunté a Ripley Perú si el incidente «La Parada a otro lado» había ocurrido en alguno de sus locales. El mensaje fue leído. Si no fue en un local de la empresa, y habiendo pasado casi cuatro horas de esta comunicación, basta que digan: «No, acá no fue». O de lo contrario, ya tendrían que haber dicho y hecho algo oficial, ¿no?

Ya van unas 48 horas desde que el video del maltrato a una persona de color y a su hija circula en las redes. Las empresas donde estos hechos ocurrieron no necesitan más que voluntad para reaccionar con celeridad sobre estos asuntos. Vean un ejemplo aquí: https://goo.gl/fPCwhR

No se escondan. Conviertan esta historia en un precedente ejemplar de civismo y solidaridad. Cuiden su reputación. Cuiden a sus clientes. De lo contrario vamos a entender que ustedes, con su desidia, avalan el racismo, la discriminación y la violencia contra los niños. En lo personal, no quiero poner una sola uña en un lugar así de espantoso.

Amigos del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables del Perú, Ministerio del Interior del Perú, Ministerio de Cultura del Perú, Municipalidad de Miraflores, los taggeo por si no se han enterado.

Hay una niña envuelta en este escándalo. Una niña que está viendo cómo funciona la máquina de maltrato en el Perú. Quizá queremos mostrarle que podemos ser un mejor país.

Eso. Buen fin de semana para los que pueden descansar.

Un cholo.

(La historia de JCPenney, acá: https://goo.gl/6xsHNB)

Este es un post escrito en el Facebook del autor. Aquí puedes leer más de Marco Avilés.

Marco Avilés

Periodista. Cholo. Inmigrante. Todo lo que hace se puede ver aquí: www.marcoaviles.com Su blog Crónicas de Waterloo es una propuesta para leer y reflexionar sobre periodismo en el inodoro. @marcoavilesh